Todos, seamos o no seamos altamente sensibles, recibimos mensajes más o menos ‘acertados’ en la infancia. En la mayoría de ocasiones, fueron fruto de que los adultos que nos cuidaban no nos “veían”, y por tanto no actuaban de la forma idónea a lo que precisaba nuestra persona, con su personalidad determinada, para poder crecer y madurar de la forma más sana posible.
Las personas altamente sensibles, solemos ser más permeables y maleables; si crecimos en un ambiente sano, posiblemente nos beneficiamos más de él que alguien que no es PAS. Pero si crecimos en un ambiente más desfavorable, hay una gran probabilidad de que también nos afectara más que a un no PAS. La mayoría, seguramente recibimos algunas dosis de todo tipo, en menor o mayor medida.
Estas pautas de comportamiento hacia nosotros en la infancia, si son repetitivas, pueden tener un efecto brutal en los mensajes que nos decimos a nosotros mismos en la edad adulta, cómo actuamos para con nosotros mismos, y en cómo reaccionamos emocionalmente ante un sinfín de situaciones.
Por ejemplo, uno de los ‘mensajes’ más reiterativos que recibí yo, es que mis miedos ‘estaban mal’, ‘había que arreglarlos’ y que se arreglaban ‘lanzándome a la jungla’ una y otra vez para superarlos.
Y, una vez en la edad adulta, es lo que hice una y otra vez durante muchos años. No aprendí a cuidar de mí ni a ser buena y compasiva conmigo. Aprendí a machacarme para ‘superarme’. Y me superé muchas, muchas veces. A precio de agotarme, pasarlo mal, ir en contra de mi naturaleza y convertir mi vida en un reto tras otro sobre los cuáles fomentaba mi autoestima.
Me tuvieron que pasar muchas cosas para darme cuenta de lo que realmente estaba haciendo conmigo misma y cambiar el patrón.
Por otro lado, igual que aquellos adultos que debían cuidar de nosotros, en muchas ocasiones ‘no nos veían’; a veces, cuando crecemos y seguimos estancados en el dolor de aquellos mensajes o aquellas acciones, y nos sentimos enfadados con aquellos cuidadores que nos dijeron tal o cual… En esos momentos, tampoco los estamos ‘viendo’ a ellos.
La mayoría de las veces, todos aquellos mensajes que dolieron tanto, venían de un adulto que estaba, genuinamente, haciendo las cosas lo mejor que sabía. Que pensaba que, con ello, estaba haciendo lo mejor para ti.
Lo que consigues reescribiendo los mensajes de la infancia
Antes de explicarte por dónde empezar, como incentivo, te voy a explicar lo que consigues revisando todos esos mensajes 🙂
– Sanar la relación que tienes contigo mismo
– Estar en paz con lo que sucedió cuando eras niñ@; a veces, incluso sanar la relación que tienes con los que fueron tus cuidadores
– Tomarte a ti mismo como tu propio referente – convertirte en un adulto que se valida a si mismo, y se responsabiliza de su vida, trascendiendo al niño herido que una vez fuiste
Ah! Una nota importante:
Aceptar y comprender por qué se te dijo lo que se te dijo, o se hizo lo que se hizo contigo, no lo justifica ni significa que fuera lo adecuado. No lo aprueba. El objetivo básico de este proceso es ESTAR EN PAZ con lo sucedido. Simplemente estar en paz y vivir desde tu yo adulto 😉
Cómo romper el bucle de los mensajes que recibimos en la infancia
¿Por dónde empezar?
A mí me ha resultado bastante útil diferenciar entre:
– Lo que me dijeron/hicieron
– Lo que yo sentí e interpreté (y se convirtió en un peso que llevaba en mi mochila)
– Cuál era la motivación real detrás de esos mensajes y esas acciones; más allá de lo dicho, lo hecho, etc.
– Lo que de verdad me estaba pasando a mí, lo que yo necesitaba y por qué; no lo que los adultos que estaban a mi cargo pensaron que yo necesitaba y por qué.
Este punto es muy importante porque te independizas de la ‘historia que te contaron’ (y que tal vez te creíste) para verte a través de tus propios ojos, actuales; no de una mirada ajena y pasada, que en aquel momento era la ‘adulta’ (y por tanto, la que se consideró ‘correcta’ o ‘legítima’)
– Lo que siento y pienso ahora de todo ello
Voy a ponerte un ejemplo para que veas cómo he aplicado yo esto a mi vida. Un ejemplo sencillo 🙂
Por ejemplo, cuando tenía 12 años mis padres me apuntaron a unas colonias de verano. Había estado de colonias otras veces, pero nunca tantos días. Llegué allí y me agobié muchísimo, por varias razones. Me añoré MUCHO.
Entre lloros, les supliqué a todos que me dejaran irme de allí o me dejaran llamar a mis padres. El único día que hablé con ellos (bastantes días después), les supliqué que me fueran a recoger, o que al menos fueran a verme.
Y bueno… Nadie me hizo caso en nada. Ningún otro niño se sentía como yo, y todos los adultos parecían estar muy convencidos de que lo que estaban haciendo lo ‘correcto’; así que yo pensé que… el problema era yo. Y que, verdaderamente, aquello era por mi bien, y que aquel dolor y aquella sensación de abandono tenía un sentido. Que todo era para ‘hacerme fuerte’.
Creo que es un ejemplo bastante comparable a otros de infancia PAS 😉 La mayoría de nosotr@s ya sabemos de qué van estas situaciones y como nos sentimos en momentos así. De todos modos, llegados a la edad adulta, el ‘problema’ ya no es lo que pasó. El problema es que nos sigamos creyendo esos mensajes, que sigamos viviendo a través de ellos. Esos mensajes, cuando perviven en nuestra vida adulta, tienen un efecto tremendo en la validez que le damos a nuestra persona, la validez que otorgamos a aquello que sentimos o a nuestra visión del mundo; en el respeto que tenemos hacia nuestras necesidades o la capacidad de dar legimitidad a nuestra propia voz.
Sigamos con el ejemplo 🙂 Así es como se aplicarían a esta situación los pasos que he descrito anteriormente:
– Lo que me dijeron/hicieron: Todos me dijeron que tenía que ‘espabilar’, que tenía que ‘hacerme fuerte’; y que esto se hacía enfrentándome a lo que me daba miedo al ritmo que marcaban ellos, los adultos. A nadie se le pasó por la cabeza que yo necesitara lo contrario – sentirme protegida.
– Lo que yo sentí e interpreté: estoy aterrorizada, necesito ayuda… pero no la tengo, porque no me la merezco y no es lo que me conviene para ‘hacerme fuerte’. Lo lograré poniéndome ante situaciones que me cuestan una montaña y me hacen sentir completamente indefensa. Y así, algún día, por fin ‘seré fuerte’ y dejaré de tener miedo.
Telita, ¿eh? :p
– Cuál era su motivación: la motivación de los que me cuidaban, era que yo creciera de forma sana y me convirtiera en una adulta independiente. Los adultos que me querían, estaban haciendo lo que hicieron por la misma razón por la que yo necesitaba lo contrario (sentirme protegida). El objetivo era ‘bueno’, simplemente la ‘cagaron’ porque no era lo que yo necesitaba.
Y aquí viene lo más importante – como mi yo adulto reescribe esta historia:
– Lo que de verdad me estaba pasando a mí, lo que yo necesitaba y por qué
Era una niña muy sensible a la que algunas situaciones la desbordaban. Solía sentirme muy pequeña e indefensa ante muchas circunstancias. Necesitaba sentirme protegida, y sentirme segura, para poder simplemente SER.
– Lo que siento y pienso ahora de todo ello
Yo hice las cosas lo mejor que supe. Los adultos que estaban a mi cargo hicieron las cosas lo mejor que supieron. No era frágil ni nada de ello fue culpa mía. Puede que ni siquiera fuera culpa de nadie.
Y como mi yo adulto cambia este patrón:
Pasarlo mal no fue la clave para ninguna superación personal. En mi caso, no lo fue. Fue más bien un sufrimiento que causó una herida. Es cuando he tenido un apoyo sano ante la adversidad – un apoyo que me ha dado herramientas para que yo misma creciera ante las circunstancias, no que me haya hecho más dependiente – y me he tratado bien a mi misma, que he crecido como persona.
¿Ves el cambio en la narrativa de esta historia?
Cambiando estas narrativas, puedes empezar a ver las situaciones del pasado con otros ojos, con aceptación y a veces incluso con compasión. Tal vez dejar atrás las culpas. Y, sobre todo, mirar al pasado desde el adulto que eres, y no el niño que fuiste, transformando y trascendiendo aquellos mensajes y cambiando los patrones que tienes para contigo mismo. Esa es la verdadera transformación.
Estas transformaciones aportan LIBERTAD. No eres aquello que te dijeron, o aquello que tu creíste. Eres lo que tus ojos adultos ven. Al trascender los mensajes de la infancia, solemos trascender mucho más. Trascendemos los mensajes de ‘la sociedad’. Cambiamos ‘lo que dicen los demás’ por lo que dice nuestro corazón. Nos hacemos libres.
No haber visto tu sensibilidad, u otras partes de ti, validadas y respetadas de niñ@, hace mella. Pero uno siempre está a tiempo de intentar (al menos intentarlo) cambiar estos patrones, para que tú, desde el adulto que eres, sí te respetes, te ames y te valides.
Estas son cosillas que me han ayudado a mí a reescribir los mensajes de la infancia. ¿Qué tal tú? ¿Hay otras maneras en las que te has podido ir liberando de estas cargas de la infancia? ¿Cómo has vivido el proceso?
Te espero en los comentarios 🙂
Un fuerte abrazo,
Has descrito al detalle sentimientos identicos a los que yo senti en mi niñez,todo lo que explicas es verdad y es muy complicado transformar las heridas en historias menos dolorosas para nosotras…yo no he podido hacerlo sola,estoy acudiendo a una terapia EDMR,va despacio pero estoy contenta,es un proceso que tenemos que hacer SI o SI para entender muchas cosas del pasado y del presente.
¡Hola Rosa!
Me alegro que te hayas visto reflejada, aunque siento que también hayas pasado por situaciones así. Sí, como dices, yo también creo que es necesario cambiar estos patrones y sanar las heridas para poder ser libre. ¡Me han hablado muy bien del EMDR! Espero que te ayude. Si quieres, más adelante me cuentas cómo estás 😉
Un fuerte abrazo, con mucho cariño,
Clara
Hola Clara! Me parece muy esclarecedor tu artículo y estoy muy contenta por el trabajo que se va haciendo respecto a la difusión del rasgo entre adultos, pero también he pensado muchas veces ¿cuántos de los adultos que ahora se han decidido a denunciar abusos no fueron niños A.S?¿cuántos de los niños que actualmente sufren bulling son A.S. Es un tema peliagudo pero que creo que hay que seguir avanzando en la difusión para que cada vez se conozca nuestro rasgo sin pensar que sea cobardía.
Un abrazo y mucho ánimo para seguir.
Hola Jero!!
Creo que en el tema del bullying y los abusos, sobre todo en el bullying, uno de los problemas más graves es el fenómeno ‘bystander’: toda la gente que sabe que está sucediendo lo que está sucediendo y que mira hacia otro lado. Es un tema muy grave. De algún modo, la víctima no sólo se ve completamente indefensa, sinó que acaba culpabilizándose a si misma… pq si la gente de alrededor actúa como actúa, y no dice nada, ‘debo ser yo el que falla’. Es terrible. No sé del todo cómo se podría arreglar pero no es sólo un tema de protección hacia la víctima, es un tema que va mucho más allá… que tiene que ver con la integridad humana, con la capacidad de las personas de actuar según sus propios principios, de conectar con emociones como el amor y la compasión y no dejarse llevar por el miedo ni por presiones externas.
Tal vez desde esta integridad, es mucho más fácil discernir las situaciones, y no tomarlo como ‘cobardía’, como dices tú.
No sé, seguiré reflexionando sobre ello 🙂
Muy bien descrito Clara. El mundo de las PAS era desconocido hace unos años, pero hoy día se va conociendo más, y muchos nos vamos identificando como PAS y encontrando técnicas que nos liberan y que nos dan fortaleza.
Pero tu blog es aire fresco, un enfoque lleno de claridad y de ideas para acompañar al día a día de estas personas. Con tus tips, que nos sirven de recordatorios sobre temas leídos en libros sobre PAS, volvemos a cuidar del niño que aún somos, y seguimos armonizando nuestra vida. Repito: gracias por el aire fresco 🙂
¡De nada Mercè!
Gracias por el mensaje tan bonito que me has dejado 🙂
Hola Clara, al igual que tú describes, siempre me sentí muy vulnerable de pequeña y me daba mucho miedo todo, recuerdo que mi madre siempre decía que era muy buena que le hacía siempre caso lo cual era bastante lógico; aún recuerdo como si fuera ayer cuando ella se iba a comprar o tenía que hacer una salida corta. Me dejaba en la cama acostada y me decía no te muevas hasta que yo llegue. (alguna vez, me habían asustado con «el coco» que podía venir a por mí) así que imagina como me quedaba, sin atreverme casi a respirar. Me he emocionado mucho cuando pensaba en la niña que era sobre todo después de descubrir la alta sensibilidad y dar sentido a tantos asuntos de mi infancia y he sabido de algún modo reencontrarme con la niña que fui y darle parte del cariño y protección que sentía necesitaba en ese momento, como en una especie de viaje atrás en la que recuerdo las situaciones y yo como adulta le ofrezco el consuelo que necesitaba en ese momento. No sé si se entiende, pero me funciona.
Gracias por tus escritos.
¡Hola María Isabel!
Como siempre, muchas gracias por tus comentarios 🙂
Ya me imagino como te debías quedar de quieta 😉
Sí, yo también intento viajar al pasado y abrazar a esa niña, o a esa joven, y darle cariño, protección y validez. Creo que la validez es algo importantísimo que muchas veces no se tiene en cuenta… y que, en muchas situaciones, sólo que hubiéramos sido conscientes de que lo que estábamos sintiendo era válido, era legítimo, todo hubiera sido muy distinto. Porque entonces, almenos en mi caso, no me hubiera ‘negado a mi misma’, y no hubiera ido en contra de mi ser y lo que necesitaba. Creo que con la validez viene el respeto, y con el respeto el amor. Algo así 😉 Como todo, sigo reflexionándolo :p
¡Un fuertísimo abrazo!
Clara
Felicidades por tu articulo, me he sentido reflejada, llevo cargando con una mochila muy pesada creo que desde siempre, me sentí incomprendida… en muchas areas y aunque se me ha hecho duro trabajar este tema (y lo que me queda) creo que es necesario para avazar libre de cargas y culpas, gracias.
Hola Clara! Gracias por el blog porque es una estrellita en la oscuridad. Hay cosas a las que nos sabemos nombrar hasta que nos abren los ojos. Y tú haces eso. Pones palabras a la confusión.
Te he puesto un enlace en mi blog, que es un diario personal sobre mis emociones. Me está sirviendo mucho para expresar mi sensibilidad y todo el desconcierto, igual que tu blog y tu forma de expresarte. Desde siempre me he sentido pequeña por ser sensible y escribir un diario me da la oportunidad de ser grande y no avergonzarme de mi misma. Es insoportable a veces, pero me da lo mismo. Estoy dispuesta, como tú, a convertir toda esta sensibilidad en algo positivo. Sin personas como tú no sería posible haber llegado a este pensamiento.
Me gustaría hacer una entrada sobre la escritura terapéutica. Creo que nos puede ser muy útil!
Un abrazo-beso!
Hola,
es verdad en parte, …si sólo lo miras con el adulto , a tu parte niña le sigue faltando reconocimiento y atención. Yo soy psicoterapeuta y PAS ,y lo conzco de hace tiempo. Hay también q hacer contacto tu adulta-con tu niña y darle lo q le falto ,en este caso protección, atención ,escuchar y valorar lo que dice la niña con el consuelo de la adulta. Así se llega a crecer y superar de verdad el trauma de la infancia pq se disuelve la energía emocional bloqueada. Si sólo se hace desde la inteligencia, es una experiencia mental pero no emocional. Es màs complejo. Pero está bien cómo un primer paso.
Ya dicen que nada es casual y este artículo que llega a mí en estos momentos corrobora lo que estos días me retumba dentro.
Justamente el domingo pasado, haciendo el taller de Mindfulnes que realizó ACPAS, en una meditación donde conectabamos con el dolor, contacté con la niña que un día fui… y me vi triste y apagada porque era «transparente» para todo el mundo… y me sentía NO atendida ante cualquier miedo, situación, necesidad. Ahora leo este artículo y enlazo ese hecho para ser consciente de que me queda un gran trabajo a hacer para no sentirme «abandonada» cuando las personas «no me atienden». Gracias por ayudarme a conectar.
Hola Clara, me siento muy identificado con tu historia vital, yo también de pequeño crecí a base de tener que ser fuerte, aprender a base de ‘ostias’ en plan militar. Los hombres no lloran. Ser el mejor, para ser aceptado. Bien, viendo el entorno, era cuestión de supervivencia, por lo tanto, nadie/tod@s somos responsables ya que esa era la realidad. Consecuencias: miedos, sentimientos de culpa… Entras en la dualidad víctima-verdugo. Y cómo salir de aquí? Por suerte, hay otras realidades, formas de entender la vida y las relaciones, así como la educación en positivo por ejemplo… Bien, igualmente salir de esa dualidad, me cuesta ya que es mi zona de confort o disconfort en este caso. Siendo consciente de ello y aprendiendo/compartiendo vivencias pueden ser el motor para dar el paso al frente y dejar la queja y demás excusas. Gracias Clara por compartir 🤗
Me alegra haber contactado con vosot@s,porque ¡nos parecemos tanto,tod@s hemos sufrido en la infancia y cuesta encontrar el camino de adulta.Además es c
tan difícil no repetir el esquema con los hijos o niños q tenemos cerca….!
Agradezco poder seguir profundizando,creciendo y aplicando…lo q descubro de quien comparte sus vivencias.
Esta web es realmente un paseo a través de toda la información que quería sobre este este tema tan complejo y no sabía a quién preguntar .
Me alegro 🙂
Desde que descubrí que soy PAS he pasado por varios momentos vitales, al principio todo se reducía al rasgo, pero con el tiempo, creo que todo se reduce al respeto, el de los demás y el que muchas veces no he sabido darme a mi misma por no verme reflejada en la mirada del otro. Acerca de esto, estoy ampliando mi mirada, porque con el tiempo me doy cuenta de que cada uno tenemos nuestras sensibilidades, y quien más, quien menos tenemos rasgos de sensibilidad, de emocionalidad, que no siempre son entendidos, seamos o no PAS de manual.
Por eso es mi opinión de que todo se reduce a RESPETO, que en la sociedad actual creo que està bastante olvidado y bastante demodé.
Enhorabuena por tu blog.